Si se tiene en cuenta que las emociones son el motor en cualquier acción, entonces la inteligencia emocional es la capacidad para gestionar las propias y las de los demás, y encausarlas en acciones con las que se consiga un objetivo.
La inteligencia emocional en el trabajo interviene en la buena toma de decisiones, en la calidad de las relaciones interpersonales y el apropiado control de inquietudes como frustración, apatía y estrés. Para todo trabajador es importante contar con las herramientas necesarias para controlar sus emociones y ser productivo sin importar las complejidades o retos que se presenten.
Sin embargo, de manera particular la inteligencia emocional es necesaria para directivos o personas que tengan bajo su responsabilidad el desempeño de un grupo de personas. Un líder con inteligencia emocional reducida carecerá de la habilidad para gestionar, motivar y dirigir a los miembros de su equipo de trabajo.
No podrá verlos como seres humanos que funcionan con base en emociones, sino como piezas en un tablero de ajedrez que funcionan siempre de la misma manera; ante frustraciones o malos resultados para su equipo, probablemente su respuesta será el enojo y la ira en contra de los empleados.
A través del autoconocimiento, autocontrol y automotivación se logra una eficiente gestión de las emociones propias se puede llegar a resultados que beneficien en el trabajo