Las empresas deben considerar de manera permanente la existencia de un ciclo esencial. Ellas dependen de la demanda, esta, a su vez, de otra serie de factores determinantes como el ingreso, el empleo, el trabajo productivo y todo esto ligado a las unidades de producción. Es en este punto que se establecen círculos de causación acumulativa que pueden ser virtuosos o viciosos.
El dinamismo de intercambios y el crecimiento de la producción son contundentes para la gestión regular de los protagonistas económicos. Todo esto, en los últimos tiempos se ha visto afectado por factores económicos a causa del covid-19. Las contracciones en el flujo comercial fue lo primero que se vio perjudicado. Con el correr de los meses y según los avances de cada fase el movimiento en las ventas fue evolucionando.
Sin embargo, aún no llegaba una situación normal como la que se vivía anteriormente. Una caída de producción representa la activación de varios mecanismos de impacto en las economías emergentes. Es aquí en donde los cabezas de las distintas empresas u organizaciones deben contar y analizar todos los escenarios para aplicar nuevos planes estratégicos. Más allá del futuro incierto, es necesario realizar un estudio a fin de establecer la propuesta más acertada y de menor riesgo. A toda esta situación se suma un cambio socioeconómico y político establecido por un nuevo orden que puede poner en riesgo las estructuras organizacionales.
Es aquí donde se deben analizar los componentes y fortalecerlos a fin de no verse afectado. Las organizaciones que logren identificar en este proceso sus fortalezas y debilidades serán quienes salgan mejor posicionada. En este momento es oportuno recomendar a las instituciones que las dificultades deben ser vistas como oportunidades y a partir de ahí se pueden crear nuevas alternativas para el desarrollo