La abogada, esposa, mamá y abuela, Teresa María Gross Brown publicó su primer cuento para niños que habla sobre la aventura de emigrar y el valor de crear nuevos amigos.
Con ilustraciones de Lucas We, estos textos dirigidos a niños, fueron pensados y creados enteramente en Paraguay.
Teresa María Gross Brown, escritora del mismo, explicó que estos relatos surgieron de su imaginación, inspirados por sus veranos en San Bernardino, en donde pasó su infancia al igual que lo hicieron sus hijos y nietos, en su casa llamada La Lilia, ubicada en el casco histórico de San Bernardino, muy cerca del emblemático Lago Ypacaraí.
La ciudad es el escenario principal de las historias, que sirvió para transmitir valores y creatividad a los niños de su vida. Uno de ellos es Las salamandras viajeras, un recurso literario utilizado como enseñanza para que los chicos pierdan el miedo a los reptiles y así logren apreciar a los pequeños animales que habitan libremente las casonas de San Bernardino.
Al universo creado por Teresa María se suman las ilustraciones de Lucas We, artista contemporáneo que da vida a los personajes ubicándolos en un espacio lleno de colores y fantasía.
El libro, de tapa dura, impreso a color, fue diagramado por Dulce Romero Pereira, editado por Adriana Morro y producido por Maika Rasmussen.
El libro tiene un costo de G 87.900 y puede adquirirse en El Café de Acá, jugueterías Teko y La Lilia Café (San Bernardino).
Sinopsis
Una familia de salamandras llega a Paraguay y se instala en una casona de estilo colonial del pueblo de San Bernardino de antaño, donde descubren la vegetación, la arquitectura y que deben convivir con otros animalitos.
Con San Bernardino y el lago Ypacaraí como escenario, Las salamandras viajeras, de Teresa María Gross Brown, es una historia sobre la aventura de emigrar y el valor de crear nuevos amigos.
Sobre Teresa María Gross Brown
Nació en Asunción (Paraguay). Es abogada, esposa, mamá y abuela. Es descendiente de inmigrantes alemanes que se asentaron en San Bernardino (Paraguay) en el siglo XIX, pueblo donde pasó muchos veranos junto a sus seres queridos y donde creó cuentos con los que entretuvo a sus hijos y nietos durante años.