Elena González empezó a imprimir ideas en tazas, remeras o vasos durante el aislamiento. El emprendimiento hoy se ganó una importante cartera de clientes y se suma a las ideas de negocios que revolucionaron sus productos a través de las redes sociales.
La suma de G. 10.000.000 fue la inversión que Elena y su marido, Christian Paredes, realizaron para adentrarse en el mundo de la sublimación. Cuando llegó la pandemia, el aislamiento y restricciones pararon todos los proyectos de los organizadores de eventos, rubro al que se dedicaban inicialmente. Esto motivó a la pareja a buscar nuevas alternativas para ganarse la vida y generar ingresos como empresarios, independientes y emprendedores.
Ellos supieron encontrar una oportunidad dentro del mismo rubro, pero en un trabajo más específico: la impresión en remeras. Cristhian aprendió todo lo que implica este negocio a través de tutoriales en YouTube. Así compacto con su ingenio y creatividad para sostener a la familia.
Elena comentó que una máquina de sublimación, una computadora usada, la impresora y una cortadora fueron las primeras compras de este emprendimiento que se dedica a personalizar los pedidos de sus clientes: vasos, tazas, remeras, entre otros.
Muchos de los clientes que se ganaron como organizadores de eventos visualizaron los trabajitos y empezaron a hacer sus pedidos. Si bien las actividades sociales se redujeron, las familias celebran cumpleaños o fechas especiales en sus círculos cerrados, es ahí donde Coticaprint está presente.
El inicio de la pandemia fue muy difícil. La familia utilizó sus ahorros para cubrir deudas. Para empezar este nuevo negocio pidieron respaldo a una cooperativa y así iniciaron un nuevo camino de reinvención para generar ingresos y fuentes de trabajo.