Las actuales condiciones de vida han obligado a diversas familias a buscar nuevas fuentes de ingreso. La producción de alimentos se ha convertido en una opción sustentable para miles de personas.
Las familias de asentamientos son las más golpeadas por la crisis sanitaria. Al ser personas que no cuentan con ingresos estables, se dedican en su mayoría a trabajos informales. En la búsqueda de encontrar una solución a esta problemática, nace el Programa de Capacitación Rural liderado por el SNPP.
La directora del programa, Paola Talavera, menciona que el objetivo es enseñar a las familias a producir sus propios alimentos, mediante capacitaciones para lograr construir una mano de obra calificada y mejorar sus condiciones de vida y desenvolvimiento laboral a futuro.
Actualmente, el programa beneficia a alrededor de 200 familias en las zonas de Itá, Itauguá, Areguá y J.A. Saldívar. Los instructores que desempeñan las labores de enseñanza son 17 que resguardan las medidas de prevención, quedándose exclusivamente en una localidad para evitar las constantes movilizaciones.
El sistema consiste en un 30% teoría y un 70% práctica. La idea es que los pequeños productores adquieran los conocimientos necesarios para luego llevarlos a la práctica. Una vez finalizadas las capacitaciones, las familias pueden producir sus propios productos agrícolas para el consumo o la comercialización.
“Lo que buscamos es llegar a más familias teniendo en cuenta la pandemia y todo lo que conlleva; lo que hacemos es dejar a cada participante con la total seguridad de que ya es capaz de producir su propio alimento”, mencionó la directora.
Explicó también que el programa busca el empoderamiento de las familias agropecuarias en la administración de recursos para luego llegar a la comercialización de los productos cosechados por ellos mismos, a través de ferias agropecuarias o centros de comercialización, como el Mercado de Abasto. De esa manera, mejoran los ingresos monetarios y la calidad de vida del sector.
Talavera añade que las personas interesadas deben acercarse a la institución con una nota de solicitud, posteriormente se analiza el pedido teniendo en cuenta la zona, los recursos y los beneficiarios. Una vez aprobado, los instructores se trasladan a la localidad para comenzar con el servicio.
“La tendencia actual es la de producir nuestro propio alimento como lo hacían nuestros antepasados; en las familias de los asentamientos se aplica esta práctica en espacios reducidos como jardines pequeños, espacios vacíos de la casa, maceteros rústicos etc., con resultados excelentes en poco tiempo en la cosecha de lechuga, perejil, acelgas y espinacas”, finalizó.